Seminario de evangelización
El seminario de evangelización está escrito en forma bosquejada para que el usuario pueda ampliar la información, disponerla, y utilizarla para edificación personal o grupal. También puede copiar, imprimir, y utilizar el siguiente material evangelístico sin el permiso expreso del autor.
Jesús dijo a sus discípulos: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura» (Marcos 16:15).
«El sembrador salió a sembrar su semilla» (Lucas 8:5).
1. LA EVANGELIZACIÓN
1.1 EL CONCEPTO
– Evangelización proviene de la palabra evangelio, que significa buenas nuevas. El Evangelio es una buena noticia (la salvación por medio de Jesucristo), pero a la vez es un documento bíblico (evangelio según Marcos, Juan…), y además constituye un hecho histórico (la obra consumada de Jesús en la Cruz). De manera que el Evangelio es la buena noticia de salvación, basada en un hecho histórico real, y registrado éste de forma especial en las Sagradas Escrituras (esencialmente en los 4 evangelios).
1.2 EL SIGNIFICADO
– Aquí se hace preciso destacar la comunicación dinámica, es decir, la proclamación de este maravilloso y necesario mensaje para el hombre perdido. Es el anuncio de las buenas noticias de salvación.
1.3 LA NECESIDAD
– Principalmente adquirimos conciencia de la necesidad existente en nuestro mundo de hoy, sobre la base de nuestra propia experiencia de conversión, a la vez que descubrimos el mensaje claro de la Palabra de Dios, que así lo expone. El hombre está perdido, y por ello necesita conocer el mensaje de la Salvación. «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Ro. 3:23).
– A través de la predicación de Jesús y la predicación apostólica (el modelo que debemos seguir), adquirimos conciencia del mensaje de salvación que hemos de proclamar. Observamos que tanto Jesucristo como sus discípulos hablaron de: la necesidad de reconciliar al hombre con Dios; hablaron del pecado, del infierno, de la salvación, de la muerte de Cristo y su resurrección, de la necesidad de arrepentimiento, de la conversión (entrega del corazón a Dios), del retorno del Señor Jesús, del Juicio final, etc. Y todo ello forma parte del mensaje divino, que incluye el mensaje del Evangelio, centrado principalmente en la muerte de Cristo por nuestros pecados.
– El apóstol Pablo realiza un planteamiento lógico, desde una perspectiva humana: «Cómo creerán en Aquel de quien no han oído? ¿Cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados?…» (Ro. 10:14,15). Entendamos aquí, porque si bien la efectividad evangelizadora corresponde al poder del Espíritu Santo, no obstante a Dios le ha placido incluir el privilegio de que colaboremos en este proyecto: el de anunciar la salvación a esta nuestra presente Humanidad. Por tanto, ser un portavoz del mensaje salvador, es un acto de gracia divina. Dios ofrece a sus hijos el gran favor de ser sus colaboradores en esta maravillosa tarea. Podemos aceptarlo o podemos rechazarlo (es nuestra la decisión).
– Admitimos que todos los creyentes no son evangelistas, en el sentido bíblico del término (fundación de iglesias): «Él mismo constituyó… a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros» (Ef. 4: 11). Pero, sin embargo, todos los cristianos debemos dar testimonio de nuestra fe, y colaborar así para la extensión del Reino de Dios: «Para que anunciéis las virtudes de Aquel que os llamó de las tinieblas…» (1 P. 2:9).
2. IDEAS ERRÓNEAS SOBRE LA EVANGELIZACIÓN
– En cuanto al tema que nos ocupa, existen ideas que son erróneas y que al tiempo impiden la comprensión adecuada del poder del evangelio y de sus efectos en el corazón humano.
2.1 UNA CUESTIÓN DE MÉTODOS
– Ciertamente las formas o métodos de evangelizar son importantes. Hemos de adaptarnos a los tiempos para que el proceso de comunicación obtenga una mayor excelencia. Ahora bien, no podemos caer en el error de atribuir el poder del Evangelio al propio método en sí, o proceso humano. De esta manera el anuncio del Evangelio no reside principalmente en las formas o estrategias de comunicación, aún siendo éstas necesarias.
– La iglesia antigua no se planteó técnicas especializadas para comunicar el Evangelio. La conciencia evangelizadora mostrada entonces, en gran parte de la iglesia, fue el resultado natural de la nueva vida en Cristo y de su correcta comprensión del mensaje, toda vez que mantenían una buena relación con Dios y con los hermanos.
2.2 DEBE HABER CONVERSIONES
– Muchas personas piensan que si la evangelización no finaliza con personas convertidas, ésta no es eficaz y por lo tanto resulta inservible. Con tal pensamiento no es extraño que muy pronto las iglesias caigan en el desánimo.
– En ocasiones contemplamos la evangelización en términos de negocio mercantil. Si hacemos una inversión de esfuerzo, tiempo y dinero, inevitablemente tendremos que ver el fruto de esa inversión (por desgracia vivimos en una sociedad materialista y en mayor o menor medida estamos afectados por ella).
– La evangelización eficaz no necesariamente origina convertidos. Ejemplo de Noé y su familia: «Con temor preparó el arca, en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo…» (He. 11:7). En los largos años que Noé y su familia dio testimonio de las buenas noticias de salvación, nos preguntamos, ¿cuántos se salvaron…? Solamente Noé y su familia.
– Entonces, ¿qué propósito tuvo la evangelización en tiempos de Noé? Fundamentalmente fue una prueba para el mundo, y asimismo elemento de juicio para los que desobedecieron al mensaje. De tal propósito el incrédulo no tendrá excusa en el juicio final, porque Dios le ha ofrecido la oportunidad de salvación. Dios es paciente (largos años en que Noé preparó el Arca), y también es bueno y misericordioso (ofreció la oportunidad de salvación a todos). «…los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua» (1 P. 3:20).
2.3 UNA ACTIVIDAD ECLESIAL MÁS
– No tiene mucho sentido evangelizar por evangelizar. La evangelización no es un mandamiento bíblico impuesto por Dios, sino más bien una encomienda de gran privilegio para todo cristiano.
– Algunos pueden entender la evangelización como una obligación religiosa, como un precepto establecido por la iglesia, o como una incómoda responsabilidad llamada bíblica (es el cumplimiento del deber cristiano). Luego, con este pensamiento, lo que en principio es un grato privilegio, se podría convertir en una carga difícil de llevar.
– En cierta medida la evangelización es contra naturaleza, y por ello resultará en una carga difícil si vivimos conforme nuestro viejo hombre. Por el contrario, nos resultará en algo natural y fructífero, si vivimos conforme al nuevo hombre creado en Cristo Jesús: «Despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad» (Ef. 4:22, 23, 24). El objetivo de la evangelización, por tanto, no es evangelizar. Éste es, en cualquier caso, un acto natural, resultante de la integridad en la vida cristiana (estilo de vida), y de la plenitud espiritual del creyente en Cristo.
– No podemos en ningún modo reducir la evangelización a la actividad propia (entiéndase la idea), sea personal o eclesial. De ser así se convertiría en una acción legalista. En último término la evangelización es el «medio» para extender el reino de Dios, la Palabra corra, y Dios sea glorificado. «Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio» (Hch. 8:4).
3. LA MOTIVACIÓN CORRECTA
– El acto de evangelización no resulta de un mandamiento imperativo, que nos llevaría a pensar en una labor forzada. Es, en todo, la consecuencia de una correcta motivación en el corazón del creyente… Si aceptamos que no hay efecto sin causa que lo produzca, entonces, ¿por qué evangelizamos? ¿Qué es lo que nos debe motivar a hacerlo? Nuestra motivación ha de corresponder principalmente a un acto de gratitud y adoración a Dios, resultante de nuestra salvación personal y buena relación con el Salvador.
3.1 UNA COMPRENSIÓN EVANGELIZADORA
– Para poder evangelizar con propiedad es preciso una comprensión evangelizadora, que se va obteniendo en la medida que el cristiano crece y madura espiritualmente: «Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente» (Ro. 14:5). Si la evangelización no se entiende en forma razonable, se corre el riesgo de que con el tiempo se convierta en un mero acto religioso, sin más sentido que el propio compromiso de evangelizar.
– Sepamos que la evangelización no supone una fría imposición obligatoria de Dios para el cristiano… es un privilegio. Para que la evangelización adquiera sentido, hay que discernir primero el amor de Dios y la salvación del cristiano en sus varias perspectivas (pasada, presente y futura), como también adquirir conciencia de nuestra posición en Cristo.
– La evangelización es resultado de una actitud agradecida: «Habéis sido comprados por precio» (1 Co. 6:20). El cristiano ha sido rescatado de la esclavitud del pecado. Reconocemos con ello la maravillosa gracia divina, la experiencia de perdón, y la gloriosa libertad y posición adquirida en Cristo Jesús… «Así que, recibiendo nosotros un Reino inconmovible, tengamos gratitud…» (He. 12:28).
3.2 EL AMOR DE DIOS
– El amor de Dios en nosotros nos provee de una conciencia evangelizadora, que nos lleva a amar naturalmente a los demás. Una evangelización exenta de amor no resulta efectiva, porque el amor verdadero para poder evangelizar, proviene de Dios. «El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor» (1 Jn. 4:8). La evangelización es producto del amor de Dios, el cual impregna nuestra conciencia. Por lo tanto es un acto natural y espontáneo, y en ninguna manera obligatorio.
– El cristiano se siente deudor a Dios por los grandes beneficios recibidos de su amor: «Así que, hermanos, deudores somos» (Ro. 8:12). Y como resultado, el amor de Dios se muestra en la compasión por las almas. Fue el ejemplo de nuestro Maestro: «Y vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos…» (Mr. 6:34).
3.3 EL CRISTIANO NOMINAL Y EL CRISTIANO DÉBIL EN LA CARNE
– La evangelización no debe carecer de experiencia propia, por ello el cristiano que es nominal (sólo de nombre), y que no ha tenido una experiencia propia de salvación, no está preparado para evangelizar a los demás. Es equiparable al concepto de cizaña en relación al trigo (Mt. 13:29). No nos extrañe si muchos llamados cristianos hoy se resisten a evangelizar, y tal vez sea debido a que no han sido beneficiarios con la salvación y por ende con el amor de Cristo.
– El cristiano verdadero, que es el pecador evangelizado y convertido, muestra deseos de dar a conocer el mensaje por el cual ha sido salvo. Así afirmaba el apóstol Pablo: «Me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio» (1 Co. 9:16). Aunque, también ocurre que cuando el cristiano no mantiene buena relación con Dios, tales deseos de evangelizar quedan recudidos a la mínima expresión. En este caso el creyente necesita renovarse espiritualmente.
– Es cierto que hay cristianos, verdaderos convertidos, que por distintas causas colaboran en muy poco o nada en la extensión del Evangelio… Igualmente, por nuestra parte hacemos bien en no emitir juicio condenatorio contra el hermano que se resiste a colaborar. Nuestra labor al presente no es condenar, sino concienciar a los hermanos débiles para que, de un modo otro, colaboren voluntariamente en dicha tarea. Hay que entender que existen distintas experiencias de conversión, así como distintos niveles de conciencia, espiritualidad, madurez y consagración. «Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles» (Ro. 15:1). A la final, todos somos insuficientes.
– Admitimos que evangelizar puede conllevar un grado de incomodidad, sufrimiento, molestia, etc., contemplado a modo de prueba. Pero, en cualquier caso es una tarea de permanente gozo y entusiasmo: «Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas» (Stg. 1:2).
4. EL PROPÓSITO DE LA EVANGELIZACIÓN
– Cuando hablamos de evangelización, qué objetivos perseguimos. ¿Para qué evangelizamos? ¿Cuál es el propósito final?
4.1 HAY UN PUEBLO PREDESTINADO
– Si es verdad que todos los creyentes somos predestinados, ¿por qué, entonces, evangelizar?: «Según nos escogió en él, antes de la fundación del mundo» (Ef. 1:4). A tenor del texto bíblico, la persona que va a convertirse en cristiana ya nace sellada para salvación: sello puesto por Dios antes de la fundación del mundo. «…y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna» (Hch. 13:48). Saber que existe un pueblo predestinado, ordenado para vida eterna, nos ofrece cierta tranquilidad, porque la efectividad de la evangelización no depende de nosotros, si no de Dios, que ya conoce los corazones y los predestina con antelación a su nacimiento. Esta realidad bíblica nos ofrece equilibrio y a la vez nos permite tener confianza en el poder de Dios y no en nuestros recursos personales. Es decir, si alguien cercano a nosotros pasa a la otra vida sin Cristo, no es porque nuestra evangelización resultó del todo inútil, o porque no hayamos orado lo suficiente por esa persona, sino porque sencillamente no se había de convertir (entiéndase la idea).
– En este apartado hemos de discernir adecuadamente los términos, pues en cualquier caso estas palabras conllevan tiempo: pasado y futuro. Entendemos que Dios no está sujeto al tiempo, por lo que estos términos son aplicables sólo desde nuestra perspectiva humana.
4.2 CONOCER EL CAMINO DE LA VERDAD
– Queda claro que todas las personas nacen con el sello de la salvación o la condenación, porque visto desde nuestra temporalidad, Dios ya conocía los que iban a ser salvos o condenados (expresión temporal para que entendamos) . El propósito de la evangelización, en nuestro caso, consiste en conducir al predestinado hacia el camino de la verdad. Y, precisamente, es el propio convertido quien posee dicha verdad, que a la vez comunica a los demás en la evangelización. Pero, como evidentemente no sabe quién es el que se va a convertir, habrá de mostrar entonces el camino de la salvación a todos los perdidos, pues todos tienen el potencial de poder ser salvos (desde nuestro planteamiento humano).
– Nuestra responsabilidad no es convertir a nadie. El que va a ser cristiano, lo será porque Dios así lo salvará. Nosotros solamente le indicamos el camino: Jesucristo, y en todo Dios hace la obra, desde el principio (antes de la fundación del mundo) hasta la eternidad.
– La evangelización incorpora al predestinado en el camino recto (Reino de los cielos: la ética de Jesús): «Dios quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad» (1 Ti. 2.4). Nuestro objetivo no es salvar, sino transmitir el conocimiento de esa verdad absoluta. Una verdad que Dios utiliza para salvar, pero también para santificar y así glorificar su nombre.
4.3 ELEMENTO DE JUICIO PARA EL INCRÉDULO
– Por otro lado la evangelización, vista como elemento de juicio, tiene el propósito de que a la final todo incrédulo quede sin excusa: «Para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo» (2 Ts. 1:8).
– En el Juicio final se determinará el pago por los pecados, en mayor o menor medida, para todo aquel que rechaza hoy la oferta de gracia por medio de Jesucristo. Sin la realidad de un Juicio final, comprendemos que esta vida resultaría finalmente en un completo absurdo. Pero, el injusto no saldrá indemne de su injusticia, a no ser que se arrepienta y reciba el perdón de Dios a través de Cristo, pues no en vano pagó por nuestros pecados con su muerte en la Cruz.
-La predicación de Jesús incluyó estas dos grandes enseñanzas: salvación o condenación: «Recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará» (Mt. 3:12).
4.4 LA BÚSQUEDA DEL DISCÍPULO
– A veces predicamos una evangelización parcial (la salvación del alma), pero el llamamiento de Jesús no fue solamente para hacer convertidos, ni mucho menos prosélitos: «Por tanto, id y haced discípulos» (Mt. 28:19). Seguir a Jesucristo y poner en práctica sus enseñanzas, es uno de los propósitos de la evangelización.
– Haced discípulos conlleva un llamamiento a la renuncia del propio yo y de nuestro intereses personales, para vivir según los intereses del Reino de Dios: «Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame» (Lc. 9:23).
– La finalidad de la evangelización, por ende, no es salvar almas, sino llamar a los pecadores para que sean verdaderos discípulos de Jesucristo. El evangelio tiene este completo sentido. Igualmente hay que saber diferenciar entre la salvación por obras: «No por obras para que nadie se gloríe» (Ef. 2:9), y las obras como resultado de la salvación: «Creados en Cristo Jesús para buenas obras » (Ef. 2:10).
4.5 LA GLORIFICACIÓN DE DIOS
– Dios ha creado al hombre para su gloria, de la cual participará el creyente en la eternidad. Pero, ningún hombre al presente debe recibir la gloria que sólo Dios merece:
* El objetivo es que Dios sea glorificado: «A Él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús» (Ef. 3:21). Ver la mención apostólica en las cartas del Nuevo Testamento –doxologías–.
* Llevar al hombre hacia el verdadero servicio y adoración a Dios: «…porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren» (Jn. 4:23).
* Crear un pueblo glorioso, y para la gloria de Dios: «Purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (Tit. 2:14). Por tanto, el evangelio contiene una dimensión práctica (las buenas obras que glorifican a Dios), pero finalmente es teo-céntrico, apunta hacia Dios: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos» (Mt. 5:16).
5. EL FRUTO DE LA EVANGELIZACIÓN
5.1 EL PRODUCTO DE LA EVANGELIZACIÓN
– Tenemos la seguridad de que la Palabra de Dios nunca vuelve vacía (Is. 55:11). Pero, ¿qué es lo que esperamos cuando evangelizamos, bien sea personalmente o como iglesia?
*No esperemos llenar la iglesia.
*El resultado puede ser invisible.
*El fruto puede ser a largo plazo.
*La efectividad es sobrenatural (del Espíritu Santo), y no depende en ningún caso de la intervención humana.
*El objetivo es: que conozcan el mensaje. La reacción puede ser: de salvación o de juicio.
5.2 EL MODELO BÍBLICO
– La enseñanza bíblica predice el posible fruto que debemos esperar, que sería a la vez respuesta general de nuestros contemporáneos a dicha evangelización:
* Indiferencia. El rechazo al mensaje en los días de Noé, es comparativo: «Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre» (Lc. 17:26).
* Escasez de verdaderos convertidos. El mismo Señor llamó a su pueblo: «No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino» (Lc. 12:32).
* Falta de fe. Jesús predijo los días antes del fin: «Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?» (Lc. 18:8).
* Falta de amor. Frialdad afectiva: «Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mt. 24:12).
* Apostasía cristiana. En el Nuevo Testamento se profetiza una apostasía mundial: «No vendrá sin que antes venga la apostasía» (2 Ts. 2:3).
– Visto lo visto, no esperemos que sean muchos los que se conviertan, y menos los que sean fieles discípulos de Jesucristo, que es finalidad de toda evangelización.
6. LA EVANGELIZACIÓN EN SU ASPECTO INDIVIDUAL
6.1 UN LLAMAMIENTO PARA TODOS
– Todos los cristianos somos evangelistas. Como afirmaba un autor cristiano, o se es evangelista, o no se es nada.
– No vamos a redundar en este punto, pero reiteramos que todos los nacidos de Dios deberíamos colaborar, de una forma u otra, en la extensión de este maravilloso mensaje de salvación: «Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú vé, y anuncia el reino de Dios» (Lc. 9:60).
6.2 REQUISITOS ESPIRITUALES
– Verdad es que los resultados de la evangelización dependen de la acción del Espíritu Santo, y no de nuestra fidelidad. Sin embargo, el Espíritu Santo desea utilizar al cristiano para esta santa labor, y por ello es importante la comunión espiritual con Dios, derivando como resultado la manifestación del fruto del Espíritu: Amor, gozo, paz, paciencia (Gá. 5:22).
– La comunicación verbal y el testimonio práctico han de ir acompañados de una vida de plenitud espiritual.
6.3 LA COLABORACIÓN DIOS-HOMBRE
– Aunque realmente Dios no nos necesita en tan importante labor, no obstante determina utilizar a sus hijos como herramientas útiles en sus manos: «Porque nosotros somos colaboradores de Dios» (1 Co. 3:9).
– Ciertamente que en ningún modo somos imprescindibles, pero a Dios le ha placido otorgarnos el gran privilegio de colaborar con Él. Es un acto de gracia divina.
– El Espíritu Santo y la Palabra impresa son los agentes primarios en la evangelización. El testimonio de sus hijos, personal y verbal, son los medios que Dios desea utilizar.
7. LA EVANGELIZACIÓN EN SU ASPECTO COLECTIVO
7.1 TRABAJAR EN EQUIPO
– Somos un cuerpo espiritual (manos, pies: distintas funciones en la evangelización): «Sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular» (1 Co. 12:27).
– Una iglesia «evangélica» que no «evangeliza» incurre en un grave contrasentido.
7.2 EL ESTADO ESPIRITUAL DE LA IGLESIA
– Hemos de tener muy presente que el estado de la iglesia influirá positiva o negativamente.
* Una iglesia renovada espiritualmente, evangeliza: «Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento» (Ro. 12:2).
* La tibieza espiritual es enemigo de la evangelización: «Por cuanto eres tibio… te vomitaré de mi boca» (Ap. 3:16).
* Se ha de practicar la unidad y el amor en la iglesia, o resultará una contradicción para el incrédulo: «En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Jn. 13:35).
7.3 CORRECTO FUNCIONAMIENTO ECLESIAL
– El clima de bienvenida es fundamental. Toda la iglesia ha de estar involucrada en el saludo fraternal: «Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles» (Mt. 5:47). Para que la evangelización cumpla su objetivo final, es preciso que en la iglesia haya:
* Un comité de recepción: hermanos aptos por su carácter que reciban a las personas nuevas.
* Un plan de integración para los nuevos: actividades eclesiales para tal fin.
* Discipulado para el neófito.
* Cuidado pastoral: cura de almas (consejería).
7.4 ELABORAR UN PROYECTO DEFINIDO
– Dios es un Dios de orden y su obra demanda diligencia, planificación, examen y proyección: «Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos serán rectos» (Pr. 4:26).
* Es preciso realizar un proyecto -previo análisis-, valorando las ventajas y desventajas, las posibilidades, los presupuestos, los esfuerzos…
* Destacamos la importancia de la organización y los objetivos a definir en el proyecto. Por ello es necesario, sobre todo en la iglesia, establecer un calendario anual (en épocas y fechas determinadas). Orar al Señor por el proyecto es imprescindible; concretarlo y llevarlo a cabo; abiertos a realizar variaciones que vayan surgiendo, y que el Señor vaya mostrando.
* Hay que tener presente las diferentes estrategias, dependiendo del lugar: pueblo pequeño, ciudad grande, contexto, personas, etc.
8. LOS OBSTÁCULOS DE LA EVANGELIZACIÓN
¿Por qué la mayoría de cristianos no evangelizan? Hay que buscar las causas, los problemas principales, y aportar soluciones. Sobre todo evitar la imposición del mandamiento bíblico.
8.1 AGENTES INTERNOS
– Nuestra naturaleza pecadora constituye el mayor impedimento. Por tal motivo hacemos bien en no contristar al Espíritu, pues sólo Él impulsa, dirige, capacita, y otorga las fuerzas necesarias.
– Hay causas internas que nos impiden dar testimonio de nuestra fe:
*El desánimo (es inútil, la gente no escucha –falta fe–): hay que renovar nuestra confianza en la Palabra y en su poder.
*La ignorancia en cuanto a nuestra responsabilidad y privilegio, como cristiano.
*La vergüenza o timidez, o bien el miedo al rechazo.
*No saber enfrentar al incrédulo en la conversación.
*Falta de aprendizaje, práctica, o inexperiencia.
*Carencia de plenitud espiritual: puede influir una vida carnal, la falta de fe, la tibieza espiritual, la pérdida de fervor y de visión espiritual.
*Desconocimiento de las enseñanzas básicas o versículos claves del plan de la Salvación.
8.2 AGENTES EXTERNOS
– Hay causas externas (elementos de presión) que influyen negativamente, y paralizan en ocasiones toda labor evangelística:
* La actividad del Diablo (no la vemos pero es una realidad): «Anda alrededor nuestro» (1 P. 5:8).
* La pasividad de la propia iglesia para con el creyente. Falta de concienciación, y actividades para tal fin.
* La sociedad materialista (vivimos en buena medida influidos y condicionados por ella).
* La crítica o vituperio del mundo (el rechazo de los no creyentes).
– A la reacción adversa, consideremos la bienaventuranza de Jesús: «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos…» (Mt. 5:11,12).
9. EL AGENTE EVANGELIZADOR
9.1 DIVINO
– El resultado de la evangelización es en todo una labor divina: «…y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos» (Hch. 2:47).
– El Espíritu Santo es el agente efectivo en la evangelización: «Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia, y de juicio» (Jn. 16:8).
– El poder espiritual está contenido en la Palabra: «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz» (He. 4:12).
9.2 HUMANO
– El hombre es el instrumento en manos de Dios, con el cuál desea trabajar: «Así que, somos embajadores en nombre de Cristo» (2ª Co. 5:20).
– Dios busca nuestra colaboración: «¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros?» (Is. 6:8).
– Por nuestra parte ser requiere entrega y decisión: «¡Heme aquí, envíame a mí!» (Is. 6:8).
10. LAS HERRAMIENTAS DE LA EVANGELIZACIÓN
10.1 HERRAMIENTAS VITALES
Existen herramientas que son de orden fundamental para una evangelización efectiva:
*La oración (lucha contra el enemigo…). Dependemos exclusivamente de Dios.
*El cristiano y su preparación: conocer la espada (la Palabra).
*La evangelización es uno mismo (el ser, que no tanto el hacer).
*El testimonio cristiano en la vida diaria: una vida transformada.
*Compartir la propia experiencia: nuestro encuentro con Dios, la conversión… lo que Dios ha hecho por y en nosotros. El ejemplo del endemoniado gadareno es aleccionador: «Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti» (Mr. 5:19).
*El contacto personal es lo más recomendable. También es aconsejable escribir la experiencia de conversión. El diálogo evangelístico puede ser realizado desde su terreno: aspectos sociales, religiosos, culturales, etc., a modo de puentes para presentar el Evangelio. Sirva el ejemplo de la mujer samaritana (Jn. 4:7-19).
*El folleto evangelístico: Dios nos otorgó su revelación especial por escrito. Un folleto evangelístico que exponga el plan de la Salvación, resulta a veces necesario. Hay que aprovechar el momento y la ocasión. No hay que ser impulsivo, y en lo posible realizar la entrega de forma natural.
*Regalar una Biblia o un Nuevo Testamento, con guía evangelística; o bien un librito de orientación evangelizadora.
10.2 HERRAMIENTAS ÚTILES
Hay herramientas que dependen más bien de las formas de comunicación:
* Estrategias eclesiales: construir puentes hacia la sociedad, no muros. Crear diversos servicios sociales, actividades de primer contacto, ayuda, orientación… «Teniendo favor con todo el pueblo» (Hch. 2:47).
* Células de estudio bíblico: en las casas, en la iglesia, reuniones «ágapes».
* La evangelización debe impregnar el espíritu de todos los cultos en la iglesia: la adoración, el partimiento del pan, la predicación, la comunión fraternal…
* Otros Medios de difusión: encuestas, actos evangelísticos en el barrio o en la iglesia (actividades con niños, obras teatrales, conciertos musicales, pases de películas, etc.), campamentos, retiros, recursos de Internet, cursos bíblicos, prensa local, carta de presentación de iglesia, buzoneo, radio, medios audiovisuales… u otros medios de difusión.
11. APRENDIENDO A EVANGELIZAR
Como todo en la vida, la evangelización requiere de aprendizaje. Aprendemos esencialmente del modelo de Jesús: modelo de predicación y también modelo de actuación con los demás:
11.2 TRATANDO CON DIFERENTES PERSONAS
– En cualquier caso se requiere tranquilidad de espíritu, convicción personal, y buenas maneras.
– Intentamos adaptar la evangelización a las diferentes capas sociales, así como a las distintas edades.
– El mensaje central no varía, pero hay distintas formas de exponerlo, dependiendo de los oyentes: ateos, agnósticos, católicos, testigos de Jehová…
11.3 UNA ACTITUD CORRECTA
En todo se requiere una actitud correcta para con los demás. Hay formas que pueden ser impropias:
* No tratar de convencer, ni discutir. Sí es preciso mostrar celo o fervor, pero no discusión acalorada. Vemos el ejemplo de Pablo en el Areópago de Atenas (Hch. 17:22,23), y cómo aprovechó la oportunidad.
* Expresar una preocupación sincera por su vida, el estado de su alma y circunstancias personales (los demás no son ingenuos y detectan rápidamente nuestras intenciones).
* Sobre todo no pretender convencer a nadie.
* Saber escuchar a los demás… hasta un límite.
* Destacar una virtud de la persona, como método de acercamiento personal.
* Transmitir serenidad: sólo exponemos (respeto a nuestro mensaje, como a las ideas de los demás), no imponemos.
* Hay diferencia entre aprovechar la ocasión, y aprovecharse de la ocasión. Hemos de aprovechar todo momento y ocasión. Durante el año también hay momentos adecuados y fechas señaladas (Navidad: regalar un calendario, junto con un folleto); invitaciones de la iglesia…
11.4 LA PRESENTACIÓN EFICAZ
– Hemos de intentar ofrecer una explicación lo más razonable posible de nuestra fe: «Estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros» (1 P. 3:15).
*Conociendo y memorizando el plan de la Salvación (memorizando los versículos claves): exposición central del Evangelio.
*El Evangelio tiene una presentación progresiva: Dios –Biblia –hombre –pecado –condenación –Jesucristo –Salvación…
*Adquiriendo la costumbre de evangelizar.
*Estar entre el mundo: Jesús fue amigo de publicanos y pecadores. Los cristianos son personas sociales, no raras. Ejemplo: el Evangelio hace al hombre más humano (el ser humano está desestructurado), no más religioso o fanático.
*Conocer las respuestas a preguntas tópicas: Por qué Dios permite el sufrimiento, la maldad, las guerras, el hambre…
*Saber manejar la Espada (la Biblia) para poder: defendernos (apologética) y presentar adecuadamente el Evangelio, desde un planteamiento natural, y sobre todo desde la experiencia personal.
*Saber dirigir a la persona en el paso de la conversión a Dios (la oración del pecador).
11.5 ÁREAS PRINCIPALES PARA ALCANZAR
– Llegados a este punto, hacemos bien en no olvidarnos de todos los aspectos mencionados, sino que es menester ponerlo en marcha cuanto antes. Y para ello observaremos en primer lugar cuáles son aquellas áreas, lugares o personas, que podemos alcanzar.
* Pensamos en aquellos a los que todavía no les hemos hablado de Cristo: Amigos, compañeros de trabajo, familiares, vecinos, conocidos… Hemos de ser inteligentes y aprovechar las ocasiones especiales que nos surjan durante el día para tal propósito, y también durante el año, como ya mencionamos.
* Observamos necesidades en nuestro propio barrio (primero Jerusalén…), u otras zonas necesitadas, o pueblos fuera de la ciudad, utilizando las herramientas adecuadas para realizar una evangelización acorde con los principios inalterables de la Palabra de Dios.
* Sobre todo, como ya hicimos referencia, es precio no descuidar a las personas que nos visitan en la iglesia.
«¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!» (Romanos 10:15).
VÍDEOS SOBRE EVANGELIZACIÓN
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